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domingo, 13 de noviembre de 2011


¿Quién es una Religiosa Concepcionista…?

Es una mujer convencida de que el amor de Cristo lo da todo, lo supera todo, lo llena todo y de que en la oración ferviente y constante se puede hallar la degustación de los bienes celestiales.
Una Religiosa Concepcionista, es una mujer  comprometida con el proyecto evangélico, una figura  de María en el silencio y el trabajo y una sierva de la Iglesia en el servicio y la obediencia.
Una Religiosa Concepcionista es una mujer que lo ha dejado todo por el todo. 
                             

jueves, 10 de noviembre de 2011


“…El Maestro está aquí y te llama…” (Jn.11,28)



Si sientes que las cosas  del mundo no te llenan, si crees que tus aspiraciones superan las realidades terrenas, si amas a la Iglesia como a tu verdadera madre, es un signo de que Cristo ha puesto en ti una llamita de Vacación, y quiere que le permitas avivarla, con su amor.
Si quieres servir al Señor, desde la vida monástica, en el sacrificio y la oración; comunícate con nosotras, pues es Él quien te llama y quiere darte la vida eterna.
desde cualquier parte del país (094) 887 12 51 o, en Yarumal Antioquia en la cll. 20 # 18-70.

martes, 8 de noviembre de 2011

     
Monasterio de la Santísima Trinidad





El monasterio de la santísima trinidad se levanta al norte de Antioquia, en un hermoso pueblo conocido como el escapulario de los andes, donde las campanas, cada amanecer, en arreboles de esperanza, despiertan a los citadinos, indicándoles que Dios en su infinito amor, ha tenido un nuevo halo  de misericordia permitiéndoles contemplar la luz de un nuevo día. Este es Yarumal, un empinado pueblo de cálida frescura, y de gente sumamente amable, de paisaje sin igual, y de ferviente fe. Pero mereciendo este hermoso rincón muchísimos halagos y coloquios, quiero hacer mención del  pedazo de cielo que aquí el Señor plantó…

Aquí hubo un amanecer que llenó de alegría a toda la población… un dos de Febrero como ningún otro, no sólo por la celebración de nuestra Señora de la Candelaria, sino por que la Divina Señora, como en un suspiro de amor, se digno sembrar  un hermoso jardín de albas azucenas, para albar al Creador.

Ya había hecho lo mismo en muchas partes de Europa y América y ahora se había fijado en esta bella colina que sin oponerse le recibió. Una vez más la obediencia y entrega  de Santa Beatriz de Silva era medio de Bendición; pues religiosas de su orden, con un inmenso deseo de servir a la Iglesia en oración, trabajo  y contemplación se despojaban de su casa, para abrir una nueva fundación en honor de la inmaculada concepción.

Con la venia del Excelentísimo Señor: Miguel Ángel Builes, obispo de Santa Rosa de Osos, llegaron a Yarumal cuatro religiosas de la Sagrada orden: la Madre, María Eduviges del Espíritu Santo, Sor María Soledad de Calvario, Sor María de los ángeles y sor María de la Santísima Trinidad. 

Ellas, desprovistas de posesiones materiales, pero con el corazón lleno de esperanza y confianza en la divina providencia, dieron, como Nuestra Señora, un nuevo sí al buen Dios, y no vacilaron en el momento de poner su mano en el arado, para cooperar con la obra de la salvación.  Fue sí, en tónica evangélica y trayendo como bastón la Cruz, que levantaron con amor y sacrificio el único monasterio de contemplación perpetua que falta le hacia Yarumal.

Sabían las reverendas que, aunque la “pobreza” inicial era extrema, como fieles  hijas del Gran Hermano de Asís, su mano debía estar siempre asida a la de la “Dama pobreza”, y sobre, todo que no debían temer, pues se    encontraban en las manos de Dios, quien ya lo tenía todo bien  dispuesto…

Y es que así fue. Nuestro amado Señor dispuso al eximio obispo, al cura párroco, de la basílica Nuestra Señora de la Merced, el reverendo padre Francisco Gallego Pérez; y a su  insigne cooperador, quien se convirtiera al poco tiempo en el excelso  guardián de la naciente obra, el reverendo Padre Benedicto Soto.

Dios había dispuesto el corazón generoso de innumerables y asiduos benefactores… pero ante todo, ya Dios dispuesto un lugar para poner al hijo de su corazón, fuente de toda fuerza, consuelo y paz;  y junto a Él, una luz que desde aquella vez, jamás ha dejado de arder, signo de entrega y sacrificio, signo de amor y redención… de tal modo que las religiosas al contemplar el Sagrario, siempre exclamaban: “¡oh Jesús! ¿Qué sería de nosotras si tú faltaras en el sagrario? ¿En dónde hallaríamos fuerzas para llevar nuestra vida de sacrificio y entrega?...”

Y es que Él, Jesús Eucaristía, prisionero de amor, ha sido el único testigo de las lágrimas y penas, de las alegrías y tristezas; testigo   de los triunfos, las derrotas, de los gozos y penitencias  de sus esposas.

Con el paso del tiempo, fueron brotando nuevos retoños vocacionales, regados con el rocío del Espíritu Santo y abonados con la gracia de la oración.

Pronto fueron llegando a la puerta del convento, como a la casa del novio, más vírgenes sensatas, que  provistas de aceite mantuvieron sus lámparas encendidas, y aún hoy muchas de ellas se encuentran celebrando en cada cosa y oficio, la alegría de haber podido pasar al banquete de su Señor; otras en cambio, para mayor dicha, se han unido al coro angélico; donde llamadas por Cristo, comparten el gozo de poder contemplar, el rostro esplendoroso del amor amado por quien vivieron, sirvieron y esperaron.

La vida de esta morada de Dios, transcurre hoy tal cual lo quiso la Santa madre Beatriz de Silva: bajo la mirada de María Inmaculada y la espiritualidad del Trovador de Asís, armonizando  la oración, el trabajo, la  contemplación, y el gozo de saberse amadas por Cristo.

Al orar  renuevan su compromiso de esposas, al trabajar, glorifican al Creador por la vida, al contemplar abrazan la cruz del redentor,  y al sentirse entre su costado, agradecen a Dios la dicha de permitirles gozar de su ternura.

 Hoy, como hace más de cincuenta años, luego de cruzar el pórtico  de la casa, encontrarás la voz suave de una religiosa, que detrás del romántico torno, te dice con su amabilidad habitual, que la iglesia vive  para servir y amar y que ese amor de Cristo que habita en ella, quiere servirte.

No cabe duda entonces que, después de Cristo en el sagrario una religiosa concepcionista es la más feliz prisionera de amor, y que las rejas que les separan del mundo exterior no son más que el signo de entrega, a un Dios que lo ha entregado todo por la salvación de la humanidad. Su vida, su ejemplo, su entrega, su amor y sacrificio, sostienen, levantan y animan a la iglesia en su actuar en el mundo y para el bien del mundo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Una propuesta sólo para partidarios de la paz

Señor:
Si necesitas una mano para
construir tu Reino:
Yo tengo dos.

Si quieres labios que anuncien tu palabra
hasta el confín de la tierra:
Aquí tienes los míos.

Te ofrezco mis pies de peregrino
para llevar a los hombres
el mensaje de  tu Buena Nueva.

Muéstrame Señor el camino
por donde seguirte
para que a mi vez pueda
ser luz que alumbre a mis hermanos.

Abre Señor  los oídos de mí corazón
para que escuche atento tu voz,
para que como tu siervo
San francisco te pregunte una y otra vez:
Señor ¿qué quieres que haga?
Para que con generosidad sincera te responda:

¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!

¿POR QUÉ FRANCISCANAS?


Al tronco franciscano de ocho centurias, está hondamente adherida la ORDEN DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN fundada por BEATRIZ DE S1LVA, quien sabido es que en su hogar, su progenitora fue ferviente devota de la sagrada Pasión de Jesucristo, y a su hija Beatriz se la infundió desde los más tiernos años.

Al paso del tierno Beatriz fue autorizada por la Reina para pedirle lo que más la Complaciera y ella le pidió el retiro de la Corte, una vez concedido, salió del Palacio dirigiéndose a la Ciudad de Toledo. Al atravesar un monte, le pereció que había de morir. Vio acercarse dos personajes disfrazados de religiosos; pero constató que eran SAN FRANCISCO DE ASÍS y SAN NATONIO DE PADUA que la tranquilizaron y le profetizaron que sería madre fecunda de numerosas e ilustres hijas de la cristiandad. “Vuestras hijas, dijeron estos religiosos, serán tales que por su fama aumentará vuestra gloria y crecerá hasta los confines de la tierra”. Beatriz prosiguió su camino hasta Toledo y cuando llegó se dirigió al Convento de Santo Domingo de Silos, Orden Cisterciense. Aquí entró no como monja sino como pensionada durante treinta años, siendo muy caritativa, llevando vida austera y fiel a su lema de vida adoptada: “SER DE DIOS Y SERVIR A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA”.

El Padre Juan de Tolosa, Franciscano, administró los últimos sacramentos a la Fundadora Beatriz de Silva, quien tan pronto como ella falleció, se le apareció en Guadalajara al mismo Padre Juan de Tolosa y le suplica encarecidamente, fuese a Toledo, a defender la Orden porque estaba amenazada a ser extinguida. El Padre Juan, fue entonces quien defendió y orientó la naciente ORDEN CONCEPCIONISTA, como quien también fue este Franciscano quien dio a las primeras doce jóvenes el Hábito y la Profesión en Santa Fe.

Así, pues, es más que lógico entender el porqué LAS HERMANAS CONCEPCIONISTAS, están adheridas desde su fundación a este árbol Santo y gigante por los siguientes motivos o considerandos: Primero. La aparición ya anotada de San Francisco y San Antonio en el camino de Toledo. Segundo. La redacción de las Primeras Constituciones de la naciente Orden Concepcionista. Tercero. Por haber sido un Franciscano Confesor y Director Espiritual de Beatriz. Cuarto. Porque escapó a la ORDEN CONCEPCIONISTA de ser extinguida el Franciscano Juan de Tolosa.

 Quinto. Porque los Padres Franciscanos, hijos del Divino Llagado de la Umbría, en los Concilios Ecuménicos, como grandes devotos de la VIRGEN MARIA, han sido los principales defensores de sus Dogmas Marianos, entre ellos el de la INMACULADA CONCEPCIÓN en1854 como Dogma de Fe.

Sexto. Por haber sido Francisco, el Poverello de Asís el mayor imitador de JESUCRISTO REDENTOR. Esta Orden concepcionista se considera un ramal Franciscano y ella se ha hecha merecedora desde siglos atrás de los beneficios, carismas y gracias de la Benemérita Orden Franciscana.

Por los seis motivos antes expuestos la ORDEN CONCEPCIONISTA se firma FRANCISCANA, porque está atada al Cordón del Humilde Francisco de Asís, como lo debe estar el mundo en el siglo XX que ya expira y siempre lo ha de estar hasta el fin de los tiempos. Es necesario tener como válido el pensamiento de Clemanceau cuando afirma: “SERIA NECESARIO QUE CADA CRISTIANO TUVIERA EN SUS VENAS SIQUIERA UNA GOTA DE SANGRE DE FRANCISCO DEASIS.”



 

sábado, 5 de noviembre de 2011

Poesía Concepcionista 


A SANTA BEATRIZ DE SILVA

 
¡Al contemplarte, oh Madre!, en los altares ornada con la aureola de los Santos,
me llego hasta tus pies para ofrecerte como ofrenda de amor, mis tiernos cantos.

Son tantas las finezas con que el cielo bordó tu vida angelical y pura,
que no acierta mi labio, cual quisiera delinear tu regia y celestial figura.

Dotada de belleza cual ninguna otra mujer que en ese tiempo había,
eras como azucena, que entre espinas su pureza y decoro defendía.

Por eso aquella flor brilló esplendente ante los ojos de una corte insana;
y lució tu virtud diáfana y pura cuando la envidia salpicó tu fama.

Son los senderos porque Cristo quiere llevarte al pedestal de excelsa gloria;
son caminos de Dios, que no conoces, pero que quedan fijos en tu historia.

Cuando la Reina en su furor pretende tronchar tu bella juventud florida,
ante tus ojos angustiados miras el derrotero de tu santa vida.

Y en el cofre fatídico contemplas la bella aparición que te sostiene;
y en lugar de los tules de la muerte, con albas nubes a envolverte viene.

Allí ofreces a Dios tu vida y alma que El recibe por manos de María;
allí escuchas la voz del que te llama, un bello ideal a realizar un día.

Dejas la corte, teatro de tus luchas y te escondes del mundo a las miradas;
y en el silencio y la oración se templan  las virtudes, en tu alma cultivadas.

Y así esperas que suene en los eternos designios del Señor, la hora escogida
para llevar a cabo la Obra magna en honor de su Madre bendecida.

La Católica Reina, hija de aquella que te pusiera en lóbrega prisión,
fue la escogida para darte ayuda en tu Orden de la Santa Concepción.

El Pontífice aprueba el real proyecto y una Bula extendió, que bendecía
y daba vida a la naciente obra para ensalzar las glorias de María.

Pero la Bula pereció en los mares llenando tu noble alma de amargura;
suplicaste al Señor y, del profundo con su inmenso poder saca la Bula.

Puso a prueba el Señor tu fe grandiosa y cuando el fruto de tu amor esperas,
un mensaje te manda, porque sepas que has de morir sin que este fruto vieras.

Como primera flor del vergel santo la Iglesia te recibe en tu última hora,
te viste las insignias de tu Orden  y reconoce en ti su fundadora.
Y si es que falta un sello que acredite ante el mundo tu noble primacía,
al morir, en tu frente, linda estrella con fulgor celestial resplandecía.

Desde el cielo Tú sigues protegiendo la tierna planta con materno amor;
y hoy se, extiende grandiosa por el mundo, prez de la Iglesia, gloria del Señor.

Y así se forma el escuadrón sagrado que con júbilo hoy tu gloria canta
al verte por la Iglesia proclamada con el sublime título de SANTA.

Santa Beatriz de Silva, Madre amada, tu luz llena de luces celestiales
este siglo de luz que anda en tinieblas perdido entre los bienes terrenales.

Haz que siempre, tu estrella bendecida derrame su fulgor en nuestra senda;
y siguiendo tus huellas consigamos la bendición de Dios, cual rica prenda.

Bendice a Paulo VI que te exalta ante el  mundo, y ofrece reverente
de virtud ejemplar segura pauta al coronar de honor tu regia frente.

Extiende sobre el mundo tu mirada, alcánzanos la paz y el santo amor;
y que yendo por sendas de justicia, celebremos las glorias del Señor.

(En la Canonización de la santa fundadora. El  3 de oct. de 1976).


¡ECCE HOMO! 


Señor, del alma mía  los últimos lamentos hoy en tu honor yo quiero se dejen escuchar.
Recibe de mi pecho los puros sentimientos, puesto que Tú tan solo los sabes inspirar.
Bajo las suaves brisas de tu mansión bendita, abriéronse las flores de mi primera edad;
fueron tus encantos, fue tu gracia infinita, los que prendaron mi alma, oh Dios de majestad.
De majestad, he dicho ¿Cómo es, pues, que sumido en piélago infinito, te miro, de dolor?...
¿Cómo es que te contemplo, oh Dios manso y rendido en manos de la plebe, que ultraja así tu honor?
Tu frente sacrosanta de espinas coronada, doblégase sumisa, ante la afrenta cruel.
Es esta por ventura, la aureola destinada al que los  mismos cielos le sirven de escabel?
Y el cetro ignominioso que allí en tus manos veo, tus manos poderosas que rigen tierra y mar..... Más Tú eres Rey de reyes, Señor, yo así lo oreo, por más que tu realeza quisieron profanar.
La púrpura  oprobiosa que cubre tus espaldas, es de irrisión el manto que el mundo te legó a Ti, que el regio manto del monte al1á en las faldas, con múltiples colores de flores salpicó.
¡0h! déjame, Dios mío, que ante bajeza tanta, mi espíritu se postre, te rinda adoración
Y si en delirio loco la humillación me espanta, que abaje mi soberbia tal cuadro de abyección.
Calle la lira mía ante el dolor sublime  que aflige así tu Pecho, mi dulce Redentor
Y ante ante la honda pena que al pecador redime, desátese mi alma en ayes de dolor:

EL AMIGO DE EMAÚS


Oh Jesús ya se hace tarde y anochece en el canino;
y se agotan nuestras fuerzas por la lucha, buen Amigo.
Que te quedes con nosotros  te pedimos este día.
En la Santa Eucaristía, nuestra fuerza, nuestra luz,
sigue siendo compañero, dulce Amigo de Emaús.
De tu Cuerpo y de tu Sangre  danos hambre, Jesús bueno;
esta será nuestra fuerza  al marchar por el destierro.
Con esta comida sacra,  en el Tabor o en la Cruz,
siguiendo sobre tus huellas, de tus ojos a la luz,
iremos siempre seguros, dulce Amigo de Emaús.
Sentado bajo la sombra oh Señor de tu Sagrario,
allí te encontramos siempre nuestro Amigo, nuestro Hermano.
No te vayas, Jesús bueno, camino, verdad y luz,
En el gozo, en la tristeza, nuestro centro serás Tú;
nuestro amor y fortaleza, dulce Amigo de Emaús.

Tomados del libro "Fraternales Recuerdos" de la Madre Soledad del Calvario.